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biografía

Primeros años:

Sonia Díaz Parga nació el 2 de octubre de 1970 en Monforte de Lemos, provincia de Lugo, Galicia, España, coincidiendo con la festividad de Los Santos Ángeles Custodios. Fue la segunda y última hija del matrimonio formado por Isaura Parga y Daniel Díaz. Sin embargo, el matrimonio se separó cuando Sonia tenía solo dieciocho meses, y su madre se trasladó con las dos hijas a Lugo, donde fueron acogidas por unos tíos.

En este nuevo entorno, su madre se preparó para establecerse en Barcelona, donde buscaba desarrollarse profesionalmente en el campo de la enfermería. Isaura educó a sus hijas en el cristianismo, con la ayuda de su madre (abuela de Sonia) y de un hermano (tío de Sonia), quienes también se mudaron a vivir a Barcelona.

Sonia, desde joven, mostraba ser una chica despierta con un carácter decidido y alegre. Realizó sus estudios de Educación General Básica (E.G.B.) en el Colegio de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl de Barcelona. Su madre la inscribió en catequesis, junto con su hermana Mary, en la Parroquia de la Mare de Déu de Núria, Barcelona, para prepararse para la Primera Comunión, que tuvo lugar el 21 de mayo de 1978.

Sonia mantenía una estrecha relación con su hermana, disfrutando de su compañía y compartiendo momentos de diversión. Solían reír juntas, especialmente cuando Sonia contaba chistes, habilidad que tenía para alegrar a los demás. Además, disfrutaba mucho de la compañía de su madre y su abuela, incluso compartían momentos de contradicción, algo que Sonia y su abuela solían hacer.
 

En su diario, Sonia registraba cuidadosamente los regalos recibidos por esta ocasión especial, añadiendo al final:

"Pero el mejor de los regalos fue Jesús".

Momento de epifanía

De los catorce a los dieciséis años y medio estudió el Bachillerato Unificado Polivalente (B.U.P.) en la Escola Vedruna de Gràcia, Barcelona. Además, estudió inglés y fué a la catequesis de Confirmación a la Parroquia de la Mare de Déu de Gràcia i Sant Josep, popularmente llamada dels Josepets (en Plaza Lesseps, Barcelona, cerca a la nueva residencia de la familia). 

Cuando en verano iba a Galicia de vacaciones, le gustaba mucho ir a las fiestas del pueblo. También le agradaba ver la televisión. Le costaba obedecer y dejar la televisión y acostarse temprano. También le gustaba mucho vestir a la moda y ponerse algunas prendas de marca.

Sonia con quince años y, después de suspender en una evaluación cinco asignaturas y ante los exámenes de recuperación acude a Jesús y a la Virgen, y hace la promesa de que si aprobara iría a hacer unos ejercicios espirituales

Fueron escuchados sus rezos y recuperó todas las asignaturas suspendidas en la evaluación anterior. Se apreció un cambio en sus estudios y en su alma, empieza a arraigar su fe. Así, el último domingo de mayo de 1985, Sonia promete a la Virgen que hará unos ejercicios espirituales.

Sonia informó a su madre de su promesa, y ésta la convenció para que fuera con unas amigas a Alicante, a celebrar la Semana Santa de 1986 a la Parroquia de Santa Isabel, que llevaba un sacerdote llamado Manuel Navarro, que de vez en cuando iba a Barcelona.

“Para mí fue mi primera Semana Santa, pues a pesar de que mi madre la vivía como verdadera católica, yo me iba a casa que mis tíos tienen en las afueras de Barcelona, donde no hay oportunidad de seguir los actos litúrgicos…
El domingo de Pascua de Resurrección –en fecha 30 de abril de 1986- el sacerdote Manuel Navarro después de la Comunión, nos impuso las manos e invocó al Espíritu Santo sobre todas las chicas que fuimos desde Barcelona, y por la noche, antes de partir a la mencionada ciudad, bajamos al sagrario de la Parroquia de Santa Isabel y allí, nada más arrodillarme y sin saber por qué, empecé a llorar como un grifo, y esos lloros, se transformaron en una gran alegría interior”. 
- Sonia

En esos días Sonia encontró rotundamente a Dios en su camino.

“A partir de ahí empecé a ir diariamente a Misa y a estar una hora en el sagrario. Yo no sabía por qué, solo sabía que allí estaba Jesús y me encontraba a gusto”.
 

Afirmación en la fe

Tenía quince años y medio y su vida cambió radicalmente desde entonces. 

Una gran paz la invadió y el amor puro y total por Jesús ahogó en su corazón el vacío del egoísmo y del materialismo. Su madre, su hermana, sus amigos, la veían mucho más sonriente, más servicial, más piadosa y más serena.

Sonia se va olvidando poco a poco de lo que la aparta de Dios, dejándose invadir por É;l, de tal forma que todos los que la rodean se dan cuenta de que se está transformando por dentro día a día.

Sonia recibe el sacramento de la Confirmación en fecha 26 de mayo de 1987, y realiza una peregrinación a Tierra Santa del 29 de junio al 6 de julio de 1987.

En Jerusalén, lleva la cruz a cuestas por la calle de la Amargura. Así, da a conocer misteriosamente la plenitud de su vida en Jesús y con Jesús. Jesús había llenado su corazón y había dado sentido a su vida.

Sonia siente que Dios la llama a la vida contemplativa y con gran generosidad y alegría –porque ve que esa es la voluntad de Dios para ella- desea escoger esa vida.

Peregrinó al Santuario de Montserrat para ganar el jubileo del Año Mariano el día 25 de julio de 1987 y a la vuelta comenta a su amiga María Antonia, que la acompaña: “¡Qué bien si ahora mismo nos muriésemos!”. Su alma estaba llena de Dios y ya madura para el Cielo.

Su luz no se apaga

Exhaló su último suspiro ese mismo día a las 23h. en el Hospital del Vall d’Hebrón (Barcelona). 
Le faltaban dos meses para cumplir diecisiete años y un mes y medio para ingresar en el convento de clausura de las Rdas. MM. Agustinas de Alicante.
Sonia murió a los dieciséis años y medio. Apenas había transcurrido un año de su conversión, cuando Dios había llenado su alma de luz
El 31 de julio de 1987 su cuerpo es enterrado en el cementerio de Cerdanyola (Barcelona).
Miles de personas de entornos cada vez más amplios son estimuladas por su ejemplo y se acogen a su intercesión.

Enlaces de interés:

"Nada te turbe, nada te espante todo se pasa,
Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza,
quien a Dios tiene nada le falta sólo Dios basta."

Santa Teresa de Jesús